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domingo, 9 de marzo de 2014

Capítulo 1

' "Papá, cuando sea mayor, quiero seguir siendo pequeño..." Con lágrimas en los ojos, releía aquella frase que por tantas veces había dado como respuesta a su padre. Quería borrarlas de su cabeza, eran frases suicidadas que buscaban ante todo su fin. La ignorancia quizás había sido su mejor regalo. Una esencia fría helaba su corazón con cada soplo de recuerdos. '
[…]
Era una tarde de febrero, lluviosa, una de esas como tantas algo desagradable para salir de casa. El adolescente se despierta sobresaltado por un sueño, ese sueño concrétamente, el cuál le marcará por un, no se qué, un tanto raro. No, no solía tener sueños muy comunes, la verdad, pero ese le había dejado algo ¿desconcertado? No sabía exactamente cuál podría ser la mejor palabra para describir aquella sensación.
Reincorporándose y dejando un poco descuidados sus pensamientos, Oscar salió de su cama y se puso en pie. Las piernas le temblaban, ¿qué le sucedía? Era raro, todo era muy raro esa tarde, pero el juego solo acababa de comenzar...
En otra parte de la ciudad, él seguía repasando el examen de historia, quedaban exactamente treinta minutos para llegar al instituto y dos días para ese examen, pero tenía que aprobar como fuera. Tres temas en dos semanas, algo difícil de memorizar. Segunda guerra mundial, invención de la imprenta. Conceptos que nada tenían que ver se cruzaban en su cabeza.
De pronto toda su atención fue desviada hacia su móvil que comenzó a vibrar.
Un sms. 'Queridos alumnos, os comunico que el exámen de historia será cambiado para hoy mismo a primera hora, siento las molestias, es por motivos personales. Un saludo, el profesor de historia.'
¿Qué? No, no. Esto no podía estar pasando a tan solo treinta minutos, ahora, de ese supuesto examen.
-¡Joder! - levantó la mano y dio un golpe seco en su escritorio.
De nuevo, el móvil empezó a sonar. Esta vez por una llamada.
-¿Y ahora qué?- dijo con rabia.
Deslizó su dedo sobre la pantalla y descolgó.
-¡¿Quién es?!
-Eh, ¿quién eres tú?- se oyó al otro lado del teléfono.
-¿Oscar? ¿Para qué me llamas?
-¿Ogge? Me da que me he equivocado- rió.
-Si, si, ¿has leído el sms?
-Si, a ver que hacemos para aprobar- suspiró
-Estoy perdiendo el tiempo gracias a ti...
-Ah, ¿si? Igual te tendrías que ir yendo para clase, ¿no crees?
Joder, igual tenía razón, perder tiempo del examen no entraba en sus planes. Sin decir una sola palabra colgó. Recogió los libros y los metió en su mochila. Se la colgó de un hombro y rápidamente salió de su habitación. Tras chocar con el comedero del perro y con varias sillas y llevarse una pequeña advertencia de su madre, Ogge cerró el portal de su casa y se puso camino al instituto.
Iba fijando pequeñas miradas a su reloj. Justo cuando apareció por la puerta dieron las ocho menos veinte.
-No, no, no- corría por el pasillo hacia su clase.
Llamó a la puerta. El profesor le abrió acompañándose de una mirada de odio y un 'señor Molander, que sea la última vez que llega tarde'. El chico se sentó y rebuscó rápidamente su estuche en la mochila sin muchos resultados.
-Mierda...- miró hacia los lados en busca de alguna alma caritativa que estuviera dispuesta a dejarle un bolígrafo.
Llamada de atención del profesor, ya van dos repetía constantemente. Volvió a mirar a los lados. Oscar... Bah que más da, concéntrate.
-Chst!
Oscar le miró.
-¿Qué quieres?
-Déjame un boli anda, me he dejado el estuche en casa y bueno...
-Mmm...- Oscar sacó un bolígrafo y le miró pensativo sin intentos de dejárselo.
Ogge volvió la cabeza para pedírselo a otro, pero antes de que pudiera hablar, Oscar ya le había tirado el bolígrafo.
[ ... ]
Nueve y media. La hora del examen transcurrió medianamente rápida. Ogge se levantó y le tiró el bolígrafo a Oscar.
-Eh, gracias, aunque no me ha servido de mucho, no creo que apruebe.
-A mi me da igual pero si lo llego a saber me ahorro tinta.
Incrédulo, salió al pasillo. Intercambio, por fin. Oscar se puso a su lado.
-¿Y tu qué? ¿A quién llamabas?
-A Alicia.
En ese momento sonó la sirena. Cambio de clase. Una hora más pegados al asiento de la silla.

~Narra Oscar.
Entramos. Otra hora más, todo sea por nuestro futuro, nah que digo futuro, aquí cualquiera se entera de lo que damos. De pronto, una voz repetía mi nombre detrás de mi. Me giré. ¿Marcos? Pero si yo no me hablo con este, ¿qué quiere?

-¡Chst! ¡Oscar!
-¿Qué quieres?
-Toma, dale esto a Ogge, que está muy lejos.

Cogí aquel papel, ¿cartitas? ¿Pero cuántos años tienes Marcos? Llamé a Ogge y se la di, con la mala suerte de que aquel hombre cuarentón que pintaba en la pizarra números y letras, se enterara de mi llamada de atención antes que Ogge. Me quitó la carta.

-Mmm.. ¿No somo un poco mayores ya para pasar papelitos señor Enestad? A ver... Una fiesta, el sábado, a las nueve. ¿Puedo ir?
-Pregúntale a aquel- señalé a Marcos.
-Bien, después lo habláis.

~Narra Ogge.
Miré a Marcos. ¿Una fiesta? Genial. Ya tengo planes para el sábado. Le hice un gesto diciéndole que iría y me reincorporé hacia delante haciendo como que miraba la pizarra. Once y media, recreo. Me levanté de mi pupitre dejando todo por medio, cogí mi bocadillo y salí de la clase. Aclaré todo el asunto con Marcos. Iremos a esa disco que acababan de abrir a las afueras de la Gran Vía, cogeremos las motos, nos pilla un poco lejos. Oscar se acercó.

-Bueno, cuéntame, ¿a qué Alicia llamabas?
-Alicia Sánchez, quedé con ella y eso...
-Pero, ¿no estaba con Marcos?
-Ahora está conmigo.
-Oh, genial, entonces ni siquiera le pregunto a Marcos que si puedes venir a la fiesta, ¿no?
-Ni te molestes, quedaré con ella. [ … ]
Deje la conversación de lado y comencé a caminar, pero en ese mismo instante mi mente se nubló. Ahí estaba ella, la culpable de que me levante y me acueste sonriendo , ahí estaba feliz y risueña. Dirigí mi mirada hacia ella y sonreí.

domingo, 2 de marzo de 2014

Introducción

Era una oscura mañana de octubre, un adolescente de unos dieciséis años empezaba a despertar mientras uno de diecisiete ya lo estaba.
El día empezaba normal para los dos, pero terminaría completamente diferente a como lo esperaban. Quizás fuese causa del destino o alguna casualidad como la vida propia.